Trabajo Práctico N°7.
Mientras viajaba a
mi hogar donde se encontraba mi familia, luego de haber estado en México,
empecé a pensar de qué forma les iba a contar lo que me había sucedido.
Creo que les tendré
que escribir una carta, es mejor, así aprovecharé para terminar, al fin, el trabajo. Bueno, ahí va.
Saqué un papel de la mochila y un lápiz que le pedí a la azafata…
Cuando partí hacía
tiempo de casa jamás se me paso por la mente todo lo que me ha ocurrido. Cuando
apenas salí del avión, para mi sorpresa apareció una persona en una limosina
que me llamó y me decía que él me quería ver. Me pareció extraño, pero me subí
porque estaba exhausto del viaje. Al entrar les pregunte a quién se referían
con que él me quería ver… Lo último que me acuerdo del auto fue que el hombre
que tenía a la derecha me dijo: el jefe…
Me desperté en un
galpón y vi que tenía un plato con comida, pero estaba frío. Cuando me levanto,
el guardia que estaba fuera me mira y
grita: -¡Se despertó!- de repente se abrió la puerta, este me agarró de los
pelos, me arrastró por un pasillo oscuro y llegando casi al final giró a la
derecha donde se encontraba una puerta, la golpeó 5 veces, me tironeó de un brazo
y me lanzó hacia dentro.
El hombre que estaba
en el centro de la habitación me dijo: -tú no me conoces a mí, y mejor que
quede así. Como no tienes otra opción más que obedecerme, ME OBEDECERÁS.
Cuando me di cuenta
de la barbaridad que me acaba de decir este hombre, traté de levantarme para
mirarlo a la cara y decirle quién se creía que era, en ese instante siento un
pie que me estrujó contra el suelo. Y el hombre volvió a hablar- Yo puedo hacer que te pasen cosas horrendas,
tanto a ti como a tus seres queridos- este se levantó y sentí un olor a tabaco
que era directamente enviado a mi cara y me vuelve a decir- Como no tienes otra
opción más que obedecerme, ME OBEDECERÁS. En ese momento tuve miedo, al parecer
me quería para un trabajo pero, ¿Por qué a mí? Solo vine con el fin de estudiar
en México, me parecía una cosa descabellada e incoherente. A lo que él terminó
de agregar- Te elegí porque no me conoces, esto hace que nuestros caminos no se
crucen jamás, yo sé porque vienes acá, pero a mí solo me importa mis negocios y mi seguridad, así que te daré
en cuidado a mi hijo de tan solo un año y medio con el que viajaras de vuelta a
tu país y se lo darás a mi amante, a la
que le tengo plena confianza. Irás a esta dirección que se encuentra en tu
barrio, no hace falta que especifique más de lo que dice acá- Vi que frente a
mis ojos había un papel con una dirección, pero no quedaba cerca de mi casa, quedaba
del otro lado de la ciudad, en fin, conocía el lugar- Luego de haberle
entregado a mi hijo quemarás el papel que acabo de entregarte y te irás a tu
casa con tu familia a disfrutar una vida normal. En caso que no hagas lo pedido
me aseguraré de que no vuelvas a ver a tu familia y que estés nadando con los
peces, ¿entendido?
Luego de esta
conversación, más bien amenaza mafiosa, me entregó a su hijo, se despidió con
cortesía y se fue de la habitación con sus acompañantes. Me levanté agarré al
niño y traté de salir de ese edificio desagradable.
Mientras caminaba
por los pasillos de ese lugar encontré mi mochila y un elevador que funcionaba,
pero lo más extraño fue que dentro del mismo, había dos pasaportes una para el niño y
otro para mí, y además un paquete que decía “para Nicolás”. Supuse que Nicolás
era el niño en mis brazos así es que abrí el paquete y era una gran cantidad de
dinero. Cuando el elevador llegó a planta baja me encontré con dos hombres
armados, nos quedamos los cuatro totalmente paralizados, no sé cuánto tiempo
pasó, hasta que el bebé hace un pequeño ruido, intentó sonreír y ahí es cuando los hombres de
mano armada tratan de atacarnos. Agarré las cosas del ascensor y empecé a
correr con estos dos persiguiéndome, corría con todas mis fuerzas, hasta que
logré a pedirle a un taxi que me llevara, me subí en él y terminó la
persecución. Le pedí que me llevara al aeropuerto, me asintió con la cabeza,
arrancó y me tranquilicé.
Yo no podía creer lo
que estaba pasando, era algo increíble para mí, no terminaba de comprender la
magnitud del problema en el que estaba. Y pensaba, ahora llego al aeropuerto,
me tomo el avión que está previsto que salga en diez minutos, me iré caminando
a la dirección que me fue dada, que no queda a no más de 3 cuadras del
aeropuerto, le daré el niño a esta señora y no sabré nunca más nada de este
asunto.
Le pago al taxista,
y apresurado, corría hacía el avión. Me senté en mi posición, al bebé lo
senté al lado mío y no más pasado los
cinco minutos del viaje saco un papel de la mochila y le pedí un lápiz a la
azafata.
Al terminar la
carta me di cuenta que llegué a mi destino. Bajamos del avión, dejé la carta
en el
correo, y me dirigí al lugar indicado. Cuando había golpeado la puerta
de esta señorita, me abrió efectivamente ella, con un cigarrillo en la mano y unos ojos color
verde como los del bebé, y con gran
entusiasmo alza al niño por arriba suyo y nos quedamos mirando al bebé como si
fuera un tipo de dios, a lo que ella dijo: -Mi pequeño Nicolás, mi salvación en
este mundo, qué lindo tenerte en mis brazos- luego le entregué el sobre que
estaba dirigido a Nicolás y me dice de una forma cortés- Gracias-.
Cuando me di cuenta
que terminé este “trabajo” sentí que me olvidaba de hacer algo pero como
entregué al niño no creo que haya sido nada importante. Cuando por fin veo la
puerta de mi casa sentí que un hombre me
tomó del hombro, me da la vuelta, me apuntó con un arma en la nuca y me dijo: -tu trabajo terminó- …