jueves, 15 de noviembre de 2012


Trabajo Práctico N°7.

   Mientras viajaba a mi hogar donde se encontraba mi familia, luego de haber estado en México, empecé a pensar de qué forma les iba a contar lo que me había sucedido.
   Creo que les tendré que escribir una carta, es mejor, así aprovecharé  para terminar, al fin, el trabajo. Bueno, ahí va. Saqué un papel de la mochila y un lápiz que le pedí a la azafata…
   Cuando partí hacía tiempo de casa jamás se me paso por la mente todo lo que me ha ocurrido. Cuando apenas salí del avión, para mi sorpresa apareció una persona en una limosina que me llamó y me decía que él me quería ver. Me pareció extraño, pero me subí porque estaba exhausto del viaje. Al entrar les pregunte a quién se referían con que él me quería ver… Lo último que me acuerdo del auto fue que el hombre que tenía a la derecha me dijo: el jefe…
   Me desperté en un galpón y vi que tenía un plato con comida, pero estaba frío. Cuando me levanto, el guardia que estaba fuera  me mira y grita: -¡Se despertó!- de repente se abrió la puerta, este me agarró de los pelos, me arrastró por un pasillo oscuro y llegando casi al final giró a la derecha donde se encontraba una puerta, la golpeó 5 veces, me tironeó de un brazo y me lanzó hacia dentro.
   El hombre que estaba en el centro de la habitación me dijo: -tú no me conoces a mí, y mejor que quede así. Como no tienes otra opción más que obedecerme, ME  OBEDECERÁS.
   Cuando me di cuenta de la barbaridad que me acaba de decir este hombre, traté de levantarme para mirarlo a la cara y decirle quién se creía que era, en ese instante siento un pie que me estrujó contra el suelo. Y el hombre volvió a hablar-  Yo puedo hacer que te pasen cosas horrendas, tanto a ti como a tus seres queridos- este se levantó y sentí un olor a tabaco que era directamente enviado a mi cara y me vuelve a decir- Como no tienes otra opción más que obedecerme, ME OBEDECERÁS. En ese momento tuve miedo, al parecer me quería para un trabajo pero, ¿Por qué a mí? Solo vine con el fin de estudiar en México, me parecía una cosa descabellada e incoherente. A lo que él terminó de agregar- Te elegí porque no me conoces, esto hace que nuestros caminos no se crucen jamás, yo sé porque vienes acá, pero a mí solo  me importa  mis negocios y mi seguridad, así que te daré en cuidado a mi hijo de tan solo un año y medio con el que viajaras de vuelta a tu país y se lo darás a mi  amante, a la que le tengo plena confianza. Irás a esta dirección que se encuentra en tu barrio, no hace falta que especifique más de lo que dice acá- Vi que frente a mis ojos había un papel con una dirección, pero no quedaba cerca de mi casa, quedaba del otro lado de la ciudad, en fin, conocía el lugar- Luego de haberle entregado a mi hijo quemarás el papel que acabo de entregarte y te irás a tu casa con tu familia a disfrutar una vida normal. En caso que no hagas lo pedido me aseguraré de que no vuelvas a ver a tu familia y que estés nadando con los peces, ¿entendido?
   Luego de esta conversación, más bien amenaza mafiosa, me entregó a su hijo, se despidió con cortesía y se fue de la habitación con sus acompañantes. Me levanté agarré al niño y traté de salir de ese edificio desagradable.
   Mientras caminaba por los pasillos de ese lugar encontré mi mochila y un elevador que funcionaba, pero lo más extraño fue que dentro del  mismo, había dos pasaportes una para el niño y otro para mí, y además un paquete que decía “para Nicolás”. Supuse que Nicolás era el niño en mis brazos así es que abrí el paquete y era una gran cantidad de dinero. Cuando el elevador llegó a planta baja me encontré con dos hombres armados, nos quedamos los cuatro totalmente paralizados, no sé cuánto tiempo pasó, hasta que el bebé hace un pequeño ruido,  intentó sonreír y ahí es cuando los hombres de mano armada tratan de atacarnos. Agarré las cosas del ascensor y empecé a correr con estos dos persiguiéndome, corría con todas mis fuerzas, hasta que logré a pedirle a un taxi que me llevara, me subí en él y terminó la persecución. Le pedí que me llevara al aeropuerto, me asintió con la cabeza, arrancó y me tranquilicé.
  Yo no podía creer lo que estaba pasando, era algo increíble para mí, no terminaba de comprender la magnitud del problema en el que estaba. Y pensaba, ahora llego al aeropuerto, me tomo el avión que está previsto que salga en diez minutos, me iré caminando a la dirección que me fue dada, que no queda a no más de 3 cuadras del aeropuerto, le daré el niño a esta señora y no sabré nunca más nada de este asunto.
  Le pago al taxista, y apresurado, corría hacía el avión. Me senté en mi posición, al bebé lo senté  al lado mío y no más pasado los cinco minutos del viaje saco un papel de la mochila y le pedí un lápiz a la azafata.  
   Al terminar la carta me di cuenta que llegué a mi destino. Bajamos del avión, dejé la carta en  el  correo, y me dirigí al lugar indicado. Cuando había golpeado la puerta de esta señorita, me abrió efectivamente ella, con  un cigarrillo en la mano y unos ojos color verde  como los del bebé, y con gran entusiasmo alza al niño por arriba suyo y nos quedamos mirando al bebé como si fuera un tipo de dios, a lo que ella dijo: -Mi pequeño Nicolás, mi salvación en este mundo, qué lindo tenerte en mis brazos- luego le entregué el sobre que estaba dirigido a Nicolás y me dice de una forma cortés- Gracias-.
  Cuando me di cuenta que terminé este “trabajo” sentí que me olvidaba de hacer algo pero como entregué al niño no creo que haya sido nada importante. Cuando por fin veo la puerta de mi casa sentí  que un hombre me tomó del hombro, me da la vuelta, me apuntó con un arma en la nuca y  me dijo: -tu trabajo terminó- …